Palabras diarias de Dios | Fragmento 109 | "Dios mismo, el único II"
¿Podéis ver la esencia de la ira de Dios en Su destrucción de Sodoma? ¿Hay algo mezclado en Su furia? ¿Es la furia de Dios pura? Empleando el lenguaje del hombre, ¿está la ira de Dios sin adulterar? ¿Hay alguna estratagema detrás de Su ira? ¿Existe alguna conspiración? ¿Hay secretos indecibles? Puedo deciros firmemente y solemnemente: No hay parte de la ira de Dios que pueda llevar a uno a la duda. Su enojo es puro, sin adulterar, y no alberga otros propósitos o metas. La razón de Su ira es pura, intachable y está por encima de la crítica. Es una revelación y un despliegue natural de Su santa esencia; es algo que ninguno de la creación posee. Es una parte del carácter justo único de Dios, y también una diferencia impactante entre las respectivas esencias del Creador y Su creación.
Independientemente de si uno se enoja a la vista de los demás o a sus espaldas, cada uno tiene una intención o un propósito diferente. Quizás estén construyendo su propio prestigio, o quizás defendiendo sus propios intereses, manteniendo su imagen o guardando las apariencias. Algunos ejercen el control en su enojo, mientras otros son más impulsivos y estallan de furia cada vez que quieren sin la más mínima contención. En resumen, la ira del hombre deriva de su carácter corrupto. No importa cuál sea su propósito, es de la carne y de la naturaleza; no tiene nada que ver con la justicia o la injusticia porque nada en la naturaleza y la esencia humana se corresponde con la verdad. Por tanto, el temperamento corrupto de la humanidad y la ira de Dios no deberían mencionarse en la misma frase. Sin excepción, el comportamiento de un hombre corrompido por Satanás comienza con el deseo de salvaguardar la corrupción, y se basa en la corrupción; así pues, el enojo del hombre no puede mencionarse en la misma frase que la ira de Dios, independientemente de lo apropiado que pueda parecer en teoría. Cuando Dios envía Su ira, las fuerzas del mal son controladas, las cosas malvadas destruidas, mientras las cosas justas y positivas disfrutan del cuidado y la protección de Dios, y se les permite continuar. Dios envía Su ira porque las cosas impías, negativas y malvadas obstruyen, perturban o destruyen la actividad y el desarrollo normales de las cosas justas y positivas. El objetivo de la ira de Dios no es salvaguardar Su propio estatus e identidad, sino la existencia de las cosas justas, positivas, bellas y buenas, las leyes y el orden de la supervivencia normal de la humanidad. Esta es la causa principal de la ira de Dios. La furia de Dios es una revelación muy apropiada, natural y verdadera de Su carácter. No hay intenciones detrás de Su furia, ni engaño ni conspiración; aún más, Su furia no contiene nada del deseo, la astucia, la malicia, la violencia, la maldad ni de cualquier otra cosa que la humanidad corrupta comparte. Antes de que Dios envíe Su furia, ya ha percibido la esencia de cada asunto de forma bastante clara y completa, y ya ha formulado definiciones y conclusiones precisas y claras. Así pues, el objetivo de Dios en cada asunto que acomete es totalmente claro, como lo es Su actitud. Él no está confundido; Él no está ciego; Él no es impulsivo; Él no es descuidado; más aún, Él no carece de principios. Este es el aspecto práctico de la ira de Dios, y es debido a este aspecto práctico de la ira de Dios que la humanidad ha alcanzado su existencia normal. Sin la ira de Dios, la humanidad descendería a condiciones de vida anormales; todas las cosas justas, bellas y buenas serían destruidas y dejarían de existir. Sin la ira de Dios, las leyes y el orden que gobiernan la creación serían quebrantados o incluso totalmente trastocados. Desde la creación del hombre, Dios ha utilizado continuamente Su carácter justo para salvaguardar y sustentar la existencia normal de la humanidad. Debido a que Su carácter justo contiene ira y majestad, todas las personas, cosas, objetos malvados y todo lo malo que perturba y daña la existencia normal de la humanidad son castigados, controlados y destruidos debido a Su ira. A lo largo de los pasados milenios, Dios ha utilizado continuamente Su carácter justo para matar y destruir a todos los tipos de espíritus inmundos y malvados que se oponen a Él y actúan como cómplices y verdugos de Satanás en Su obra de gestionar a la humanidad. Así pues, la obra de salvación del hombre por parte de Dios siempre ha avanzado de acuerdo a Su plan. Esto es decir que debido a la existencia de la ira de Dios, la causa más justa entre los hombres nunca ha sido destruida.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”