Palabras diarias de Dios | Fragmento 98 | "Dios mismo, el único I"
El mandato de Dios a Satanás
(Job 2:6) Y Jehová le dijo a Satanás: Mira, él está en tu mano, pero salva su vida.
Satanás nunca se ha atrevido a transgredir la autoridad del Creador, y por ello, todas las cosas viven en orden
Este es un pasaje del libro de Job, y “él” en estas palabras se refiere a Job; aunque breve, esta frase esclarece muchos asuntos. Describe un diálogo particular entre Dios y Satanás en el mundo espiritual, y cuenta que el objeto de las palabras de Dios era Satanás. Registra, asimismo, lo que Dios dijo específicamente. Las palabras de Dios eran un mandato y una orden para Satanás. Los detalles específicos de esta orden guardan relación con preservar la vida de Job y es dónde Dios trazó la línea en el trato de Satanás hacia Job: Satanás tenía que conservar la vida de Job. La primera cosa que aprendemos de esta frase es que fueron las palabras que Dios dirigió a Satanás. Según el texto original del libro de Job, se cuenta el trasfondo de esas palabras: Satanás deseaba acusar a Job y, por tanto, tenía que obtener el acuerdo de Dios antes de poder tentarlo. Cuando Él consintió a la petición de Satanás le puso la siguiente condición: “Mira, él está en tu mano, pero salva su vida”. ¿Cuál es la naturaleza de estas palabras? Es claramente un mandato, una orden. Habiendo entendido la naturaleza de estas palabras, deberías, por supuesto, comprender también que fue Dios quien emitió esta orden y que fue Satanás quien la recibió y la obedeció. Sobra decir, en esta orden, que la relación entre Dios y Satanás es evidente para cualquiera que lea estas palabras. Por supuesto, esta es también la relación entre Dios y Satanás en el mundo espiritual, y la diferencia entre la identidad y el estatus de Dios y Satanás que se proporciona en los registros de diálogos bíblicos entre Dios y Satanás y, hasta la fecha, el ejemplo específico y el registro textual en el que el hombre puede conocer dicha diferencia distintiva. En este punto, debo indicar que el registro de estas palabras es un importante documento en el conocimiento de la identidad y el estatus de Dios por parte de la humanidad, y que provee información importante para que la humanidad conozca a Dios. A través de este diálogo entre el Creador y Satanás en el mundo espiritual, el hombre es capaz de entender un aspecto más específico de Su autoridad. Estas palabras son otro testimonio de Su autoridad única.
En apariencia se trata de un diálogo entre Jehová Dios y Satanás. Su sustancia es que la actitud con la que Jehová Dios habla, y la posición desde la que lo hace, son más elevadas que las de Satanás. Es decir, Jehová Dios está mandando a Satanás en tono de orden, y le está indicando lo que debe hacer y lo que no, que Job ya está en sus manos y que es libre de tratarlo como desee, pero le prohíbe quitarle la vida. El subtexto es que, aunque se ha puesto a Job en las manos de Satanás, no se le ha entregado; nadie puede arrebatar la vida de Job de las manos de Dios a no ser que Él lo permita. La actitud de Dios se articula claramente en este mandato a Satanás, que también manifiesta y revela la posición desde la que Jehová Dios conversa con Satanás. En esto, no sólo ostenta el estatus del Dios que creó la luz, el aire, así como todas las cosas y los seres vivos, que es Soberano sobre todas las cosas y los seres vivientes, sino también del Dios que domina a la humanidad, el Hades, el que controla la vida y la muerte de todas las cosas vivientes. En el mundo espiritual, ¿quién aparte de Dios se atrevería a emitir una orden así a Satanás? ¿Y por qué le dio Dios esa orden personalmente? Porque Dios controla la vida del hombre, incluida la de Job. Él no permitió que Satanás le hiciera daño o le quitara la vida a Job; es decir, justo antes de que Dios le permitiese a Satanás tentar a Job, siguió acordándose de emitir especialmente esa orden, y le ordenó una vez más a Satanás que no le quitara la vida. Satanás nunca se ha atrevido a transgredir la autoridad de Dios y, además, siempre ha escuchado con cuidado y obedecido Sus órdenes y Sus mandatos específicos sin osar nunca desafiarlos ni alterar libremente cualquiera de ellos. Estos son los límites que Dios ha establecido para Satanás, y por ello este no se ha atrevido a cruzarlos. ¿No es este el poder de la autoridad de Dios? ¿No es este el testimonio de Su autoridad? De cómo comportarse delante de Dios, y de cómo considerar a Dios, Satanás tiene una comprensión mucho más clara que la humanidad y, así, en el mundo espiritual, Satanás ve muy claramente Su estatus y Su autoridad, y tiene una profunda apreciación del poder de esta y de los principios subyacentes al ejercicio de la misma. No se atreve en absoluto a pasarlos por alto ni a violarlos de ninguna manera, o hacer algo que transgreda la autoridad de Dios; tampoco osa desafiar la ira de Dios. Aunque es malo y arrogante en su naturaleza, Satanás nunca se ha atrevido a cruzar las fronteras y los límites que Dios estableció para él. Durante millones de años ha respetado estrictamente estos límites, cada mandato y orden que Dios le ha dado, sin atreverse jamás a sobrepasar la marca. Aunque es malicioso, Satanás es mucho “más sabio” que la humanidad corrupta; conoce la identidad del Creador y sus propias fronteras. A partir de las acciones “sumisas” de Satanás se puede ver que la autoridad y el poder de Dios son edictos celestiales que él no puede transgredir, y que es precisamente por la unicidad y la autoridad de Dios que todas las cosas cambian y se propagan de una forma ordenada, que la humanidad puede vivir y multiplicarse dentro del curso establecido por Él, sin que nadie ni nada sean capaces de alterar este orden o cambiar esta ley, porque todos vienen de las manos del Creador, de Su orden y de Su autoridad.
Extracto de “La Palabra manifestada en carne”